Mariló Montero y la paradoja de la censura en RTVE: ¿Pluralidad real o discurso político?.

.

.

.

.

 

 

 

La televisión pública española vuelve a estar en el centro del debate mediático tras la polémica intervención de Mariló Montero en “La Revuelta”, el programa de David Broncano emitido por RTVE.

 

 

La periodista navarra, conocida por su estilo directo y sus opiniones contundentes, acusó a la cadena de falta de pluralidad y de estar supuestamente alineada con el Gobierno.

 

 

Lo que muchos observaron con asombro fue el hecho de que esta denuncia se realizara precisamente desde un plató de la propia televisión pública, en horario de máxima audiencia y ante millones de espectadores.

 

 

La contradicción no tardó en ser señalada por periodistas, analistas políticos y usuarios en redes sociales, quienes pusieron sobre la mesa la paradoja de que alguien se queje de falta de libertad mientras está ejerciendo esa libertad en pantalla.

 

 

Jesús Cintora, desde su programa “Malas Lenguas”, fue uno de los más críticos y utilizó la ironía para desmontar el argumento de Montero.

 

 

“Aroca, no estarás como Mariló Montero quejándote de la televisión pública de España”, lanzó en plena conversación con Javier Aroca, iniciando una réplica que rápidamente se viralizó.

 

 

La paradoja de la censura en directo.

 

 

Cintora destacó la incoherencia de que se hable de opresión informativa mientras se ocupa un espacio privilegiado en una de las principales cadenas públicas del país.

 

 

Javier Aroca, por su parte, recordó que Mariló ha trabajado en distintas televisiones públicas a lo largo de su carrera, y que si alguien sabe dónde hay más o menos pluralidad, debería ser ella. Sin embargo, matizó que, según su experiencia, ha trabajado en cadenas mucho menos plurales que la actual RTVE.

 

 

La conversación avanzó hacia uno de los puntos más sensibles: la cancelación del programa “Las cosas claras” en 2021.

 

 

Aroca y Cintora coincidieron en que durante su estancia en ese espacio dijeron lo que quisieron con absoluta libertad hasta el momento en que se decidió cerrar el programa.

 

 

“Yo decía lo que me daba la santísima gana y nos cerraron el programa”, comentó Aroca, subrayando que los cambios editoriales existen, pero no necesariamente implican censura estructural.

 

 

Sara Santaolaya, tertuliana habitual, añadió una crítica especialmente punzante: ella también trabaja en la televisión pública y dice lo que quiere, excepto cuando molesta a los amigos de Mariló.

 

Según su visión, existe una doble vara de medir en ciertos sectores que se sienten censurados cuando no dominan la narrativa, pero que ejercieron presión y control cuando estaban en posiciones de poder.

 

Ante una RTVE más abierta, no toleran la pluralidad real.

 

Pluralidad, poder y discurso político.

 

 

La intervención de Santaolaya también sirvió para señalar una omisión constante por parte de Montero: la falta de críticas igual de duras a otras cadenas como Telemadrid, donde la pluralidad es mínima.

 

Esta observación expone la selectividad de ciertas denuncias, que parecen activarse solo cuando el medio no responde a una línea ideológica concreta.

 

El problema, por tanto, no es tanto la falta de pluralidad, sino que ahora no se impone una visión única, como ocurría en etapas anteriores.

 

 

 

 

Marta Gómez Montero reforzó el argumento desde su experiencia personal: “En Televisión Española digo con absoluta libertad lo que me parece, desde el respeto, lo que pienso, con datos e información”.

 

Su testimonio apuntaba directamente al corazón de la queja de Mariló.

 

Si otros profesionales ejercen su libertad de expresión sin cortapisas, ¿realmente existe censura? ¿O es una percepción distorsionada por no controlar ya el espacio mediático como antes?

 

El momento más comentado llegó cuando Cintora se refirió al tema de los toros, otro punto de fricción mencionado por Montero.

 

Durante su intervención, la periodista lamentó que RTVE ya no apoye la tauromaquia como lo hacía antes.

 

Cintora aprovechó para lanzar una frase que se viralizó rápidamente: “Mariló, el que no puede hablar es el toro”.

 

Con esta sentencia breve, pero llena de significado, trasladó el debate hacia el sufrimiento animal y evidenció las contradicciones del mensaje de Montero.

 

El equipo de “Malas Lenguas” desmontó el discurso de censura con argumentos sólidos y experiencia profesional.

 

Nadie niega que en RTVE, como en cualquier medio, pueda haber decisiones editoriales discutibles.

 

Pero sí dejaron claro que hoy se respira más pluralidad que en etapas anteriores.

 

En vez de denunciar sin matices, conviene reflexionar sobre qué se considera censura y quién lo denuncia, especialmente cuando esas denuncias se hacen desde el altavoz más grande: la propia televisión pública.

 

No se puede hablar de silencio cuando se tiene voz. No se puede gritar “¡No me dejan hablar!” desde un plató de televisión pública frente a millones de espectadores.

 

Cintora, fiel a su estilo crítico, no necesitó insultar para desmontar el argumento. Le bastó con señalar la paradoja, con datos, testigos y experiencia.

 

 

 

 

La segunda parte del debate giró en torno a la naturaleza del pluralismo informativo en RTVE y la percepción pública sobre su imparcialidad.

 

Cintora puso el foco en una idea fundamental: la libertad de expresión existe cuando incluso los que critican al medio tienen espacio para hacerlo.

 

La paradoja no solo deslegitima la queja, sino que demuestra que RTVE está permitiendo precisamente aquello que Montero asegura que no existe.

 

Los compañeros de Cintora coincidieron en que este tipo de quejas electivas responden más a una estrategia política que a una realidad objetiva.

 

Sara Santaolaya fue clara: quienes más se quejan de falta de pluralidad suelen ser quienes antes controlaban el relato.

 

Ahora, al ver que ya no marcan la agenda informativa, se sienten incómodos.

 

Pero esa incomodidad no es censura, sino consecuencia de un reparto más equilibrado de voces.

 

La discusión también abordó el papel de la televisión pública en una sociedad democrática.

 

Cintora defendió que RTVE debe ser un espacio plural, pero no neutro frente a los hechos.

 

Debe dar voz a todas las opiniones, pero sin caer en equidistancias falsas cuando los datos desmienten ciertos discursos.

 

Permitir que Montero critique al medio demuestra fortaleza institucional, pero eso no exime de señalar las contradicciones y desmontar los argumentos que no se sostienen. La pluralidad no significa impunidad informativa.

 

 

La intervención de Montero reavivó el debate sobre el papel del periodista como figura pública.

 

Muchos criticaron que utilice su posición mediática para lanzar mensajes que parecen más políticos que periodísticos.

 

Cintora dejó entrever que hay una línea muy fina entre ejercer el periodismo y hacer activismo desde el plató.

 

Cuando una comunicadora dice que no se puede hablar mientras habla sin censura frente a millones de personas, está asumiendo un rol que deja de ser informativo y pasa a ser puramente ideológico.

 

Este tipo de intervenciones, según los tertulianos de “Malas Lenguas”, contribuyen a erosionar la confianza en los medios públicos.

 

Si se repite una y otra vez que hay censura, aunque no exista, parte de la audiencia puede acabar creyéndolo.

 

Por eso, responder con claridad, como hicieron Cintora y sus compañeros, es fundamental.

 

No se trata de atacar a Montero como persona, sino de desmontar con argumento sus afirmaciones.

 

Y eso es lo que diferencia la crítica constructiva del ruido mediático que solo busca polarizar.

 

Uno de los momentos más simbólicos fue cuando Cintora ironizó con el ejemplo del toro.

 

Al decir que el que no puede hablar es el toro, sintetizó el doble rasero de ciertas denuncias.

 

Montero se quejaba de que los que defienden los toros no tienen espacio, mientras hablaba en televisión nacional sobre el tema.

 

Pero el toro, el verdadero protagonista del espectáculo, nunca tiene voz.

 

La mejor defensa de la televisión pública frente a los discursos de descrédito es el trabajo bien hecho.

 

RTVE tiene una responsabilidad especial: informar, educar, representar y dar voz a todos los sectores de la sociedad.

 

Eso incluye, por supuesto, a quienes piensan distinto, pero también implica exigir rigor, coherencia y respeto.

 

Aunque Montero tenga derecho a expresar sus opiniones, también debe aceptar la crítica.

 

La televisión pública no es propiedad de ningún partido ni comunicador; es de todos y su valor está en reflejar esa diversidad.

 

Jesús Cintora concluyó su análisis con una idea central: RTVE no es perfecta, pero está muy lejos de ser la caricatura que algunos presentan.

 

Los hechos, los datos y los testimonios demuestran que hoy existe más pluralidad que en otras etapas.

 

Y eso se defiende con debates abiertos y la capacidad de rebatir argumentos sin caer en el insulto.

 

La mejor respuesta ante el ruido es seguir hablando con claridad.