La paradoja de la mordaza en Televisión Española: ¿Libertad o censura en la era de la polarización política?

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En el corazón de la actualidad mediática española, Televisión Española se ha convertido en el epicentro de un debate candente sobre la libertad de expresión, la pluralidad y la influencia política en los medios públicos.

 

 

La polémica desatada por las declaraciones de Mariló Montero y la respuesta de otros periodistas ha puesto sobre la mesa la llamada “paradoja de la mordaza”: se denuncia la censura y la falta de libertad, pero esas mismas críticas se emiten en horario de máxima audiencia y con total libertad.

 

La televisión pública, por definición, debería ser un espacio plural, abierto y representativo de la sociedad.

 

Sin embargo, en los últimos meses, se ha intensificado el señalamiento político y mediático contra RTVE, acusándola de estar sesgada ideológicamente y de servir a los intereses del gobierno de turno.

 

 

Mariló Montero, en un debate televisivo, expresó abiertamente su percepción de que la programación de Televisión Española está dominada por presentadores y contenidos de izquierdas, generando una ola de reacciones tanto dentro como fuera del plató.

 

 

 

Lo paradójico, como señalaron varios participantes, es que estas denuncias de censura y falta de pluralidad se realizan precisamente en el mismo medio que se critica, y con una audiencia que supera el 20% de share en algunos programas, muy por encima de otros formatos anteriores.

 

¿Estamos realmente ante una mordaza o, por el contrario, ante una mayor libertad de expresión donde todas las voces, incluso las más críticas, tienen espacio?

 

La instrumentalización política de los medios públicos.

 

La estrategia política de criticar y señalar a los medios públicos no es nueva.

 

Desde el Partido Popular hasta otros sectores, se ha utilizado la táctica de desacreditar la gestión de RTVE, acusándola de despilfarro, falta de pluralidad y de ser un instrumento al servicio del gobierno.

 

Ejemplos como el cierre de la televisión pública valenciana tras una campaña de deterioro de imagen demuestran que, detrás del debate sobre la libertad de expresión, existe una agenda política para debilitar lo público y promover intereses privados.

 

 

En este contexto, las críticas a la supuesta “agenda ideológica” de RTVE se mezclan con ataques personales y profesionales: se señala a presentadores por su ideología, se cuestiona la independencia de los periodistas y se acusa a la cadena de condicionar los contenidos según el color político del gobierno.

 

Sin embargo, la realidad es más compleja; muchos profesionales han trabajado en distintos contextos políticos y defienden la pluralidad y la independencia como valores fundamentales del periodismo.

 

La libertad de expresión en el foco: ¿Realidad o ficción?

 

Uno de los grandes argumentos de quienes denuncian la censura es que “ya no se puede decir nada” en televisión.

 

Sin embargo, el propio hecho de que estas afirmaciones se hagan en prime time, en programas de máxima audiencia y sin restricciones, pone en evidencia la contradicción.

 

Como ironizó Broncano, si realmente hubiese censura, no se podrían emitir esas críticas abiertamente ni se permitiría el debate público sobre la gestión de la cadena.

 

La verdadera transformación que vive la comunicación hoy no es la mordaza, sino la responsabilidad.

 

Las redes sociales han multiplicado la capacidad de respuesta y de crítica, dando voz a millones de ciudadanos que antes no podían participar en el debate público.

 

Ahora, cada palabra tiene consecuencias inmediatas, y el escrutinio es mucho mayor.

 

La libertad existe, pero también la exigencia de rigor, respeto y responsabilidad en el ejercicio periodístico.

 

 

El debate sobre la pluralidad en RTVE no puede reducirse a la ideología de sus presentadores o a la agenda política del gobierno.

 

La verdadera pluralidad se mide en la capacidad de dar espacio a todas las voces, de permitir el debate y de respetar la diversidad de opiniones.

 

Como subrayaron varios periodistas en el programa, el respeto por la idea contraria y la defensa de la independencia profesional son esenciales para mantener la credibilidad y la función pública de la televisión.

 

La crítica a la instrumentalización política de los medios públicos debe ir acompañada de una autocrítica sobre el papel de los periodistas y la responsabilidad de los contenidos.

 

El ataque sistemático a los servicios públicos, ya sea sanidad, educación o televisión, responde a una estrategia que busca debilitar lo común y promover intereses privados.

 

Defender la pluralidad y la independencia es, hoy más que nunca, una tarea colectiva.

 

El debate sobre la tauromaquia y la cultura en TVE.

 

En medio de la discusión sobre la libertad y la censura, surgió también el tema de la tauromaquia como contenido cultural en la televisión pública.

 

La eliminación de los toros de la parrilla, motivada por la presión de partidos políticos y el rechazo al maltrato animal, fue defendida y criticada en igual medida.

 

Para algunos, los toros representan una manifestación artística y cultural que debería tener espacio en RTVE; para otros, es una práctica que no encaja con los valores actuales.

 

Este debate refleja la complejidad de gestionar una cadena pública que debe representar la diversidad cultural y social de España, sin caer en la imposición ideológica ni en la censura de contenidos.

 

La decisión sobre qué programas emitir debe basarse en criterios profesionales, culturales y éticos, no en intereses políticos o presiones externas.

 

Reflexión final: ¿Hacia dónde va la televisión pública española?

 

La paradoja de la mordaza en Televisión Española es, en realidad, un síntoma de la polarización política y social que vive España.

 

La libertad de expresión existe y se ejerce, pero está sometida a un escrutinio constante y a una batalla ideológica que amenaza la pluralidad y la independencia de los medios públicos.

 

La defensa de RTVE como espacio plural, libre y representativo es fundamental para garantizar el derecho a la información y la calidad democrática.

 

El reto de los medios públicos es doble: resistir la presión política y garantizar el respeto y la diversidad de opiniones.

 

Solo así podrán cumplir su función de servicio público y contribuir al fortalecimiento de una sociedad más informada, crítica y plural.