Arturo Pérez-Reverte: Entre la tibieza y la polémica, ¿genio literario o opinador acomodaticio?.

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Arturo Pérez-Reverte es, sin duda, uno de los intelectuales más reconocidos de España.

 

Su trayectoria como escritor es indiscutible, y sus novelas han cautivado a generaciones de lectores.

 

Sin embargo, su faceta como opinador y tertuliano televisivo genera controversia y debate constante.

 

Recientemente, su aparición en “El Hormiguero” ha vuelto a poner de manifiesto esa dualidad que lo caracteriza: capaz de lanzar opiniones contundentes, pero siempre desde una posición equidistante que evita mojarse demasiado.

 

¿Es Pérez-Reverte un referente de lucidez política o simplemente el ejemplo perfecto del intelectual tibio que busca contentar a todos?

En el análisis político, Pérez-Reverte suele adoptar una postura que podríamos definir como “una de cal y una de arena”.

 

Sus comentarios sobre Vox, por ejemplo, muestran cómo el escritor reconoce el valor de tener ideas propias, algo que, según él, falta en la mayoría de los partidos españoles.

 

“Vox tiene dos o tres ideas, quizás siniestras para algunos, pero las tiene y las defiende con claridad”, afirma.

 

Sin embargo, no tarda en matizar, señalando que Vox es también el comodín que beneficia a todos menos al PP, y que su discurso ayuda a Sánchez a justificar pactos con partidos como el PNV o Bildu.

 

 

Esta tendencia a no posicionarse claramente se repite en otros temas.

 

Su visión sobre Gaza, por ejemplo, oscila entre la condena a los ataques de Hamás y la crítica a la respuesta “extrema y bárbara” de Israel.

 

Pérez-Reverte no duda en calificar a Israel como un “estado asesino”, aunque reconoce haber defendido antes la democracia israelí.

 

En definitiva, su discurso se adapta a la corriente dominante, evitando el enfrentamiento directo con ninguna de las posiciones más radicales.

 

El papel de la educación y la cultura en la política española.

 

 

 

Uno de los argumentos recurrentes de Pérez-Reverte es la importancia de la educación y la cultura como defensa frente a la manipulación política.

 

“La única defensa es la cultura, la educación que nos permite distinguir los lobos de los corderos”, sostiene.

 

Sin embargo, sus detractores le acusan de falta de criterio político real, ya que su equidistancia le impide tomar partido de manera clara y valiente.

 

El escritor insiste en que leer es fundamental, pero advierte que no basta con leer cualquier cosa.

 

“No sirve de nada leer el libro de Belén Esteban o de Jorge Javier Vázquez”, ironiza, subrayando la necesidad de elegir lecturas que realmente aporten conocimiento y formación.

 

Para Pérez-Reverte, una biblioteca es una trinchera defensiva ante los “malos” que amenazan la sociedad.

 

Opinión sobre líderes políticos: Feijóo, Abascal y Sánchez.

 

La visión de Pérez-Reverte sobre los principales líderes políticos españoles también evidencia su tendencia a la tibieza.

 

Sobre Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, el escritor destaca su amabilidad y cultura, recordando que fue él quien impulsó un sello dedicado a “La triste”.

 

Sin embargo, critica su falta de carisma y liderazgo, señalando que su entorno político está formado por “brutos poco competentes”.

 

A pesar de ello, aventura que Feijóo podría ser “mejor presidente de gobierno que líder de la oposición”, elogiando algo que aún no ha demostrado.

 

En cuanto a Santiago Abascal, líder de Vox, Pérez-Reverte lo califica como un “tipo normal, no demasiado brillante”, pero reconoce que bajo su liderazgo existe una maquinaria política potente, con “cabezas muy pensantes y peligrosas”.

 

Sin embargo, rechaza la idea de que Vox tenga un ejército de bots en redes sociales, asegurando que son personas reales quienes apoyan al partido.

 

Respecto a Pedro Sánchez, Pérez-Reverte muestra su desencanto, afirmando que ya no le fascina como antes y que “no se va a ir”, aunque pierda las próximas elecciones.

 

Para el escritor, Sánchez se mantiene en el poder gracias a una base de votantes fieles y a la falta de alternativas sólidas en la oposición.

 

La opinión de Pérez-Reverte sobre el Islam y su compatibilidad con la democracia es otro ejemplo de su discurso matizado.

 

Reconoce las virtudes del Islam, como la solidaridad y la compasión, pero advierte que la teocracia es incompatible con los valores democráticos europeos.

 

Critica la falta de imposición de reglas claras por parte de Europa, lo que ha permitido la importación de costumbres que chocan con los derechos y libertades occidentales.

 

El escritor recuerda que figuras como Oriana Fallaci ya advirtieron hace décadas sobre los riesgos de no integrar adecuadamente a los inmigrantes musulmanes, pero sus advertencias fueron tachadas de xenófobas y fascistas.

 

Hoy, la realidad en países como Francia e Italia parece darles la razón, según Pérez-Reverte.

 

¿Genio literario o opinador acomodaticio?

 

 

La dualidad de Pérez-Reverte como escritor brillante y opinador tibio es el eje central de la polémica que lo rodea.

 

Sus seguidores destacan su capacidad para analizar la realidad con profundidad y sentido crítico, mientras que sus detractores le acusan de buscar siempre el punto medio, evitando el enfrentamiento y la toma de posiciones claras.

 

Esta estrategia le permite mantener su prestigio y repercusión mediática, pero también genera dudas sobre la autenticidad de sus opiniones.

 

En un contexto político y social cada vez más polarizado, la figura de Pérez-Reverte invita a reflexionar sobre el papel del intelectual en la esfera pública.

 

¿Debe el escritor tomar partido y arriesgarse a perder seguidores, o es legítimo buscar el consenso y la moderación? La respuesta, como casi todo en la vida de Pérez-Reverte, parece estar en un punto intermedio.