Supervivientes 2025: una final marcada por la polémica, la caída de Montoya y la rectificación de Telecinco

 

La final de Supervivientes 2025 ha pasado ya a la historia como una de las más tensas y polémicas de todas sus ediciones.

Lo que debía ser una gala de celebración se transformó en un espectáculo de rectificaciones de última hora, acusaciones de favoritismos, sospechas de tongo y un protagonista inesperado: Montoya, el concursante que pasó de ser favorito de la productora a convertirse en el “pez payaso” más criticado de la edición.

Una final con sabor a rectificación

El pasado 18 de junio, Telecinco y Cuarzo Producciones ofrecieron una final de Supervivientes 2025 que dejó a la audiencia con la sensación de que se había rectificado a toda prisa para evitar males mayores.

Durante semanas, muchos seguidores del reality sospechaban que Montoya se encaminaba a ser el ganador gracias a un supuesto trato de favor.

Sin embargo, en el último momento, la productora cambió de rumbo y apostó por salvar la imagen del concurso dejando fuera de la gloria a la pareja Montoya-Anita.

Tal y como se comentó en redes sociales y en diferentes directos de YouTube, “no tuvieron las narices de hacer ganadora a Montoa porque temían una sublevación de los concursantes”.

El temor a que el resto de participantes alzara la voz contra un resultado percibido como manipulado pesó más que cualquier guion previamente escrito.

Montoya, de favorito a “pez payaso”

La caída de Montoya fue tan estrepitosa como inesperada.

En un principio se le presentó como uno de los grandes protagonistas de Supervivientes 2025, pero la percepción cambió conforme avanzaba el concurso.

Acusado de recibir ventajas en las pruebas y de protagonizar momentos de escasa deportividad, su credibilidad quedó en entredicho.

 

 

Los ataques más duros vinieron con la final, cuando fue bautizado como “el pez payaso” de la edición, en clara alusión a su papel dentro del reality.

Según algunos comentaristas, Montoya se autodefinió como “el inútil de la edición”, incapaz de superar pruebas de psicomotricidad o incluso de mantener una actitud constructiva en la convivencia.

Sus lágrimas constantes lo convirtieron en la “muñeca llorona” de la edición, una caricatura que hizo mella en su imagen pública.

Anita, la otra gran damnificada

La pareja de Montoya, Anita, tampoco salió bien parada de esta final.

A pesar de que en un inicio se presentaban como un tándem fuerte y carismático, lo cierto es que terminaron siendo vistos como un “dúo sacapuntas” destinado al fracaso.

La polémica sobre los supuestos cinco kilos que habría ganado Anita durante la aventura encendió aún más las sospechas de que ambos disfrutaban de privilegios fuera de cámara.

El relato de los testigos de producción que ya han empezado a hablar off the record promete avivar aún más el fuego.

Se habla de tensiones constantes, malos modos y episodios de trato poco respetuoso hacia Anita, algo que podría convertirse en tema recurrente de los próximos platós.

Telecinco y Cuarzo Producciones, en el ojo del huracán

Lo que quedó claro en la gala es que Telecinco y la productora estaban más preocupados por proteger la marca Supervivientes que por coronar a Montoya.

La sombra del tongo era demasiado evidente y la decisión de colocar en la final a Escassi y Borja en lugar de a Montoya fue una jugada estratégica.

El alegato de Jorge Javier Vázquez, presentado en tono justificativo, no hizo sino aumentar las sospechas. Muchos espectadores se preguntan todavía: ¿dónde están los porcentajes oficiales de las votaciones? ¿Por cuánto ganó Borja? ¿Por cuánto perdió Escassi? La falta de transparencia alimenta las teorías de manipulación y resta credibilidad a una edición ya marcada por los favoritismos.

Borja, el ganador inesperado

Al final, el gran vencedor fue Borja, que se impuso con un perfil discreto pero constante.

Aunque Escassi parecía mejor posicionado en cuanto a pruebas físicas y liderazgo, el carácter afable y familiar de Borja conquistó al público.

Su victoria fue recibida como una especie de alivio colectivo, un cierre “limpio” que evitó que Montoya se alzara con los 200.000 euros y que la edición quedara definitivamente manchada.

La reacción de la audiencia y el futuro de Montoya

La audiencia reaccionó con sorpresa pero también con alivio.

El “rectificar es de sabios” de la productora fue interpretado como una maniobra para salvar la credibilidad del reality a última hora.

En redes sociales, Montoya fue objeto de memes y críticas, consolidando su imagen de “bufón cansino” y de concursante obsoleto.

El futuro televisivo de Montoya y Anita parece ahora incierto.

Es probable que intenten aprovechar la polémica en los platós para contar su versión, pero el desgaste de su imagen es tan grande que muchos dudan de que consigan reinventarse.

Los rumores apuntan a que podrían convertirse en “broncas de plató”, al estilo de otros personajes que encontraron en la polémica su único modo de supervivencia mediática.

 

Una edición marcada por la polémica

Con todo, Supervivientes 2025 será recordada como una de las ediciones más polémicas. Desde los supuestos privilegios hasta las tensiones internas, pasando por las rectificaciones de última hora y la falta de claridad en los resultados, el reality ha dejado más preguntas que respuestas.

La gran incógnita ahora es qué pasará en los próximos debates, donde se espera que salgan a la luz más detalles de lo ocurrido en Honduras.

Trabajadores de producción, concursantes expulsados y testimonios en plató podrían destapar el “otro Supervivientes”, ese que el espectador no ve pero que condiciona cada minuto de televisión.

 

Conclusión: un reality vivo… pero cuestionado

La final de Supervivientes 2025 ha demostrado que, aunque la productora intente controlar el relato, la presión del público y la sombra del escándalo obligan a rectificar.

Montoya ha pasado de favorito a caricatura, Anita ha quedado en entredicho y Telecinco se enfrenta a la tarea de recuperar la confianza de una audiencia cansada de favoritismos y de sospechas de manipulación.

Lo que está claro es que, tras esta edición, Supervivientes sigue vivo… pero también más cuestionado que nunca.

El tiempo dirá si la rectificación de última hora fue suficiente para salvar el prestigio del reality más extremo de la televisión española.